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Verbo e Imagen substancial del Padre, se hizo carne: sin perder la naturaleza divina asumió la
naturaleza humana.
480. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre en la unidad de su Persona divina; por esta
razón Él es el único Mediador entre Dios y los hombres.
481. Jesucristo posee dos naturalezas, la divina y la humana, no confundidas, sino unidas en la única
Persona del Hijo de Dios.
482. Cristo, siendo verdadero Dios y verdadero hombre, tiene una inteligencia y una voluntad
humanas, perfectamente de acuerdo y sometidas a su inteligencia y a su voluntad divinas que tiene en
común con el Padre y el Espíritu Santo.
483. La encarnación es, pues, el misterio de la admirable unión de la naturaleza divina y de la
naturaleza humana en la única Persona del Verbo.
Párrafo 2: "CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL ESPIRITU SANTO, NACIO DE
SANTA MARIA VIRGEN"
I. CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL ESPIRITU SANTO...
484. La anunciación a María inaugura la plenitud de "los tiempos" (Ga 4, 4), es decir, el cumplimiento
de las promesas y de los preparativos. María es invitada a concebir a aquel en quien habitará
"corporalmente la plenitud de la divinidad" (Col 2, 9). La respuesta divina a su "¿cómo será esto,
puesto que no conozco varón?" (Lc 1, 34) se dio mediante el poder del Espíritu: "El Espíritu Santo
vendrá sobre ti" (Lc 1, 35).
485. La misión del Espíritu Santo está siempre unida y ordenada a la del Hijo (cf Jn 16, 14-15). El
Espíritu Santo fue enviado para santificar el seno de la Virgen María y fecundarla por obra divina, él
que es "el Señor que da la vida", haciendo que ella conciba al Hijo eterno del Padre en una humanidad
tomada de la suya.
486. El Hijo único del Padre, al ser concebido como hombre en el seno de la Virgen María, es "Cristo",
es decir, el ungido por el Espíritu Santo (cf Mt 1, 20; Lc 1, 35), desde el principio de su existencia
humana, aunque su manifestación no tuviera lugar sino progresivamente: a los pastores (cf Lc 2, 8-20),
a los magos (cf Mt 2, 1-12), a Juan Bautista (cf Jn 1, 31-34), a los discípulos (cf Jn 2, 11). Por tanto,
toda la vida de Jesucristo manifestará "cómo Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder" (Hch 10,
38).
II. ...NACIDO DE LA VIRGEN MARIA
487. Lo que la fe católica cree acerca de María se funda en lo que cree acerca de Cristo, pero lo que
enseña sobre María ilumina a su vez la fe en Cristo.
La predestinación de María
488. "Dios envió a su Hijo" (Ga 4, 4), pero para "formarle un cuerpo" (cf Hb 10, 5) quiso la libre
cooperación de una criatura. Para eso desde toda la eternidad, Dios escogió para ser la Madre de su
Hijo, a una hija de Israel, una joven judía de Nazaret en Galilea, a "una virgen desposada con un
hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María" (Lc 1, 26-27):
El Padre de las misericordias quiso que el consentimiento de la que estaba predestinada a ser la Madre
precediera a la encarnación para que, así como una mujer contribuyó a la muerte, así también otra
mujer contribuyera a la vida (LG 56; cf 61).
489. A lo largo de toda la Antigua Alianza, la misión de María fue preparada por la misión de algunas
santas mujeres. Al principio de todo está Eva: a pesar de su desobediencia, recibe la promesa de una
descendencia que será vencedora del Maligno (cf Gn 3, 15) y la de ser la Madre de todos los vivientes
(cf Gn 3, 20). En virtud de esta promesa, Sara concibe un hijo a pesar de su edad avanzada (cf Gn 18,
10-14; 21, 1-2). Contra toda expectativa humana, Dios escoge lo que era tenido por impotente y débil
(cf 1 Co 1, 27) para mostrar la fidelidad a su promesa: Ana, la madre de Samuel (cf 1 S 1), Débora,
Rut, Judit y Ester, y muchas otras mujeres. María "sobresale entre los humildes y los pobres del Señor,
que esperan de él con confianza la salvación y la acogen. Finalmente, con ella, excelsa Hija de Sión,
después de la larga espera de la promesa, se cumple el plazo y se inaugura el nuevo plan de salvación"
(LG 55).
La Inmaculada Concepción
490. Para ser la Madre del Salvador, María fue "dotada por Dios con dones a la medida de una misión
tan importante" (LG 56). El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como "llena de
gracia" (Lc 1, 28). En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación
era preciso que ella estuviese totalmente poseída por la gracia de Dios.
491. A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que María "llena de gracia" por Dios
(Lc l, 28) había sido redimida desde su concepción. Es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada
Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX:
...la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el
primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a
los méritos de Jesucristo Salvador del género humano (DS 2803).
492. Esta "resplandeciente santidad del todo singular" de la que ella fue "enriquecida desde el primer
instante de su concepción"(LG 56), le viene toda entera de Cristo: ella es "redimida de la manera más
sublime en atención a los méritos de su Hijo" (LG 53). El Padre la ha "bendecido con toda clase de
bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo" (Ef l, 3) más que a ninguna otra persona creada. Él la
ha "elegido en él, antes de la creación del mundo para ser santa e inmaculada en su presencia, en el
amor" (Ef 1, 4).
493. Los Padres de la tradición oriental llaman a la Madre de Dios "la Toda Santa" ("Panagia"), la
celebran "como inmune de toda mancha de pecado y como plasmada por el Espíritu Santo y hecha una
nueva criatura" (LG 56). Por la gracia de Dios, María ha permanecido pura de todo pecado personal a
lo largo de toda su vida.
"Hágase en mí según tu palabra ..."
494. Al anuncio de que ella dará a luz al "Hijo del Altísimo" sin conocer varón, por la virtud del
Espíritu Santo (cf Lc 1. 28-37), María respondió por "la obediencia de la fe" (Rm 1, 5), segura de que
"nada hay imposible para Dios": "He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,
37-38). Así dando su consentimiento a la palabra de Dios, María llegó a ser Madre de Jesús y,
aceptando de todo corazón la voluntad divina de salvación, sin que ningún pecado se lo impidiera, se
entregó a sí misma por entero a la persona y a la obra de su Hijo, para servir, en su dependencia y con [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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